Había una vez una sirena que se enamoró de un príncipe y transformó su cola en unas largas y finas piernas para conquistarle.
Sus hermanas no lo aprobaban; así que decidieron intervenir.
Una noche el príncipe, mientras paseaba por la orilla del mar, oyó un sonido de auxilio procedente del agua. Vio a una joven y se abalanzó sobre ella para intentar rescatarla. Cuando llegó hasta ella se dio cuenta de que era una emboscada y un grupo de sirenas se lo llevaron al fondo del océano. Nadie volvió a verle.
Buena versión, Guzman.
ResponderEliminarEra cuestión de tiempo como tú mismo lo has intuido. Hans Christian Andersen desde el siglo XIX no lo tuvo tan claro.estaría orgulloso de tu versión, Guzmán.
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